Cómo cazaban los primeros humanos: evolución y estrategias

La caza ha sido una actividad fundamental para la supervivencia de los seres humanos a lo largo de la historia. Desde nuestros antepasados más primitivos hasta la actualidad, la caza ha sido una forma de obtener alimento y recursos para la comunidad. En este artículo, exploraremos cómo cazaban los primeros humanos y cómo esta actividad influyó en nuestra evolución.

Temas que trataremos

Cuándo empezó a cazar el hombre

Hace más de dos millones de años, nuestros antepasados los australopitecos quedaron recluidos en las secas sabanas del este de África, lejos de los recursos de la selva húmeda. Allí, nuestros hábitos alimenticios cambiaron y, por imitación a los grandes depredadores, nos entregamos por primera vez a la actividad de la caza, con el resultado de hacernos en gran medida carnívoros. Así lo expone Germán Delibes de Castro, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.

Aquellos primeros cazadores, Homo habilis, no tenían colmillos ni garras, y esta debilidad despertó el ingenio para confeccionar armas, lo que requirió que se potenciara la capacidad intelectual, ya que la venatoria necesita ingenio para planificar, comunicar y conocer las especies, así como analizar el territorio. Estos argumentos justifican que la caza hizo al hombre y que la actividad cinegética ahormó nuestra conducta.

No en vano, ser un avezado cazador convirtió al Homo habilis en carnívoro y ello provocó importantes cambios corporales y cognitivos. Los científicos destacan que el volumen encefálico de este homínido, con 600 centímetros cúbicos, creció un tercio en medio millón de años, llegando al cerebro del Homo ergaster y multiplicándose por tres en apenas dos millones de años. Además, no fue casualidad que este homo fuera el primate de menor intestino que comenzó a configurarse como humano inteligente.

La caza en el Paleolítico

En el Neolítico, el Homo habilis pasó a ser sedentario, al introducirse la ganadería y la agricultura. A partir de esas dos nuevas actividades, ya no fue imprescindible cazar para comer carne. Sin embargo, durante el Paleolítico, la caza siguió siendo crucial para la supervivencia de las diferentes especies humanas que habitaban la Tierra.

Heidelbergenses y neandertales, dos especies que, entre sí, podrían considerarse abuelos y nietos genéticos, ocuparon Europa entre medio millón y 50.000 años atrás, y se desenvolvieron entre hielos, por lo que las exigencias energéticas solamente podían alcanzarse comiendo carne de caza. Sobresale en estos cazadores el desarrollo de las armas, como las jabalinas de madera y puntas de piedra, de dos metros de largo y arrojadizas, empleadas para cazar las piezas que proporcionaban mayor rendimiento energético: bisonte, uro, cabra montés, ciervo, reno e incluso animales más peligrosos, como mamuts, rinocerontes y osos.

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En el Paleolítico Superior -hace 2000 años-, al Homo sapiens se le atribuye la renovación que propició instrumentos de caza con proyectiles de pedernal y hueso, que derivaron en la creación del arco y las flechas, que permitían abatir una pieza a más 50 metros. Al término de esta era, a partir de 1000 años atrás, la caza menor adquirió más protagonismo, al aumentar la población humana y darse una tecnología cinegética efectiva para la caza del conejo.

La caza en la actualidad

Al iniciarse el Neolítico, el hombre, que durante millones de años había sido cazador nómada, hubo de convertirse en ganadero y agricultor sedentario. Esto sucedió por primera vez hace 1000 años. La ganadería y la agricultura fueron introducidas en la Península hace 500 años. La dieta de carnívoro disminuyó y los productos agrícolas fueron la base de la alimentación, complementada con la carne de la ganadería incipiente: cabras, ovejas, vacas y cerdos.

En la actualidad, es objeto de debate el derecho a cazar, pero no puede impedirse hacerlo sin amputar algo de nuestra naturaleza. Evidentemente, hoy resulta injustificable la práctica de la cinegética sin un compromiso firme y previo con la conservación de la biodiversidad y el medio ambiente en general. Un compromiso fácil de arrancar a los buenos cazadores y que con tanta maestría defendió Miguel Delibes, padre de Germán y que legó a las generaciones actuales de Homo venator sentencias que, con el tiempo, se han consolidado como pilares de los principios y ética del cazador. Tal y como Delibes definió, la caza es el sentimiento puramente atávico de un hombre libre, en tierra libre, sobre caza libre.

Consultas habituales sobre la caza de los primeros humanos

  • ¿Cómo cazaban los primeros humanos sin armas?
  • ¿Qué animales cazaban los primeros humanos?
  • ¿Cuál fue el impacto de la caza en la evolución humana?
  • ¿Cuándo dejaron de depender los humanos de la caza para su alimentación?
  • ¿Qué armas utilizaban los primeros humanos para cazar?

La caza ha sido una actividad crucial en la historia de la humanidad. Desde nuestros primeros antepasados hasta la actualidad, la caza ha sido una forma de obtener alimento y recursos para la supervivencia. Los primeros humanos desarrollaron armas y estrategias de caza para enfrentar su debilidad física y obtener alimento de manera más eficiente. A lo largo de la evolución humana, la caza ha dejado huellas en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro, influyendo en nuestra capacidad intelectual y en nuestra forma de ser. Aunque en la actualidad la caza ha dejado de ser una necesidad primordial, sigue siendo una actividad arraigada en nuestra naturaleza y en nuestra historia.

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