Pescado congelado: causas y prevención del olor a amoníaco

El pescado es uno de los alimentos más saludables y nutritivos que podemos consumir. Sin embargo, cuando no se conserva adecuadamente, puede adquirir un olor desagradable a amoníaco. En este artículo, te explicaremos por qué ocurre esto y cómo prevenirlo.

Temas que trataremos

¿Por qué huele a amoníaco el pescado congelado?

El olor a amoníaco en el pescado congelado se debe a la degradación bacteriana de una molécula llamada óxido de trimetilamina (TMAO). Esta molécula es inodora, pero cuando el pez muere, se transforma en trimetilamina (TMA), que es la responsable del olor desagradable.

Para evitar que esto ocurra, los pescadores suelen conservar el pescado en hielo, lo cual ralentiza el proceso de degradación y minimiza la formación de TMA. Sin embargo, si el pescado no se congela o se descongela y vuelve a congelarse, las bacterias pueden proliferar y producir TMA en mayor cantidad, generando un olor más fuerte a amoníaco.

¿Qué ocurre si consumimos pescado con olor a amoníaco?

Consumir pescado con olor a amoníaco puede provocar intoxicación alimentaria. Los síntomas suelen aparecer aproximadamente media hora después de la ingesta e incluyen náuseas, calambres abdominales, diarrea y vómitos. En casos más graves, se pueden presentar fiebre alta, enrojecimiento, escalofríos y bajada de la presión arterial.

Por lo tanto, es fundamental asegurarse de que el pescado que consumimos esté fresco y en buen estado.

¿Cómo reconocer si el pescado es fresco?

Para evitar cualquier riesgo para nuestra salud, es importante aprender a reconocer si el pescado es fresco antes de comprarlo o consumirlo. Aquí te dejamos algunas claves:

¿cuánto tiempo puede estar el pescado fuera de la nevera?
  • Observa la piel: Debe tener un color vivo y las escamas deben lucir brillantes. Evita comprar pescado cuya piel se desprenda de la carne.
  • Revisa los ojos: La pupila debe ser de color negro brillante y los ojos deben sobresalir ligeramente de la cabeza.
  • Observa las agallas: Deben ser de color rosa o rojo intenso, lo cual indica que el pescado es fresco.
  • Olfatea: Evita adquirir pescado con olor a amoníaco o a rancio.
  • Examina la carne: Debe ser translúcida, con una superficie lisa y elástica.

Siguiendo estos consejos, podrás asegurarte de que estás adquiriendo pescado fresco y evitarás cualquier problema de salud.

El olor a amoníaco en el pescado congelado es un indicador de que el pescado se encuentra en mal estado y puede provocar intoxicación alimentaria. Para prevenir esto, es importante asegurarse de que el pescado esté fresco antes de comprarlo o consumirlo. Observar la piel, los ojos, las agallas y la carne nos dará pistas sobre su frescura. Recuerda que el pescado fresco no debe oler a amoníaco ni a rancio. ¡Disfruta de los beneficios del pescado fresco y evita cualquier riesgo para tu salud!

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